viernes, 6 de enero de 2012

La mujer respetable

No se despiertan las vírgenes coyunturales del trastero.
Una madre irlandesa las vigila
cargada con alquitrán de pino y gansos.
Así se hacen mujeres respetables.

El hombre abandonó la madrugada.
El hombre ahora se agrupa frente al escaparate a plena luz del día.
Con humedad estática, el maniquí espera ser clavado al cadalso y que, públicamente,
le desnuden.

Es el fetiche de los matrimonios alemanes
con piezas maniatadas en el bosque.
Puede ser vejado en la trastienda donde sólo desaparece el dependiente.

Justicia de un ejército de rusos,
trofeo de guerra, de caza, de familia,
tiene el cuerpo crispado para dar la razón.

Tiene el molde perdido de unos ojos
disecados por guerras tribales africanas
y la mordaza de un campo de violación en Bosnia.


Hordas. 2011

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