We accept her. One of us.
"Freaks", de Tod Browning
El padre deja dicho que su hija le maquille.
Que le pinte la cara, dice. Darle vida.
Pero es otra la experta en los parecidos razonables.
estira de la piel desde las sienes,
recubre las edades con brochazos de tierra,
explota este lunar, afrancesado
sobre los ojos, el lapichero khol de los sarcófagos
y derechito al Valle de los Reyes.
Ella, él, lleva la caja colgada de la nuca,
el maletín repleto de pinceles
que ha de abrirse allí donde se pida:
sobre la mesa, desenrolla la ley
de instrumentos estéticos, pigmentos
viajante a domicilio de cuchillos.
Se retransmiten películas de infancia,
serán magnánimas las guarniciones de la reina.
o podrían pasar cosas peores.
Y el padre que baila, que pide
maquillaje, la gran nariz aséptica
del médicamente disculpable
Para obtener un resultado óptimo
se utilizan las crines de la cebra:
si son feria o son circo:
mujeres calvas de campos genocidas
exhibidas encima de carretas
(camisones y lazos, cabezas de alfiler)
o trabajadores de la pista
-mascarada completa, el magnetófono,
los gritos, los golpes, las caídas,
el maquillaje espeso, tú, payasa,
y el público muerto de la risa-.
De "Mortífero, ingenuo y transparente", Ed. Vitruvio, 2014