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domingo, 23 de septiembre de 2012

Vayamos, pues, tú y yo


  
Vayamos a cumplir nuestra visita
T. S. Eliot


Lo hemos encontrado:
un zorro del desierto.
Arranquémosle la plata de la boca.

Seamos dignos
como la mortalidad del boxeador.
Nuestro sudor es el giro del puño
para que lleguen nudillos a sus dientes
y nos humedezcamos con los restos.

Salgamos a la caza.
Tenemos la pólvora y el perro,
los trajes y el caballo
y el hambre de vestirnos con sus pieles
y de embellecernos las muñecas.

Arranquémosle la plata de la boca.

Olfateamos entre el polvo y el destello
la guarida anular entre las rocas.
Ante su opacidad, te desternillas
para poder inyectar el antebrazo
porque ha escapado el zorro
y ahora espera.
Y no sé si tenemos una bala.

¡Arranquémosle la plata de la boca!

Podríamos comprarnos
                                        los chillidos de amor del paritorio
                                        y los tipos que mueren en la feria
                                        y el eremita, la sacudida y el silencio
                                        y el código genético del mudo
                                        y la cadencia de los invertebrados
                                        y la cena que sirven en el río.

Podríamos comprarnos una barca para visitar a los murciélagos
en la cueva cerrada en que nos sube al techo la marea
y yo remaré en círculo
y querré saltar al agua
para tocar la boca de los peces.