martes, 11 de septiembre de 2012

PREMIO LIEBSTER

liebster-blog1

Fernando López Guisado, desde el blog "Buenas noches, Nueva Orleans" (http://buenasnochesnuevaorleans.blogspot.com.es/) y Adolfo Caparrós Gómez de Mercado (http://elrincondeadolfo.wordpress.com/) han tenido la gentileza de conceder a "El doble del dentista" un premio Liebster. Desde aquí se lo agradezco y os encomiendo, oh hermanos, a ambos blogs.

El "liebsterado", si lo desea, debe hacer lo siguiente:

1. Copiar y pegar el premio en el blog enlazándolo con el blogger que se lo ha otorgado.
2. Premiar a sus cinco blogs favoritos con la condición de que tengan menos de 200 seguidores y dejarles un comentario en sus entradas notificándoles que han ganado el premio.
3. Confiar en que continúen la cadena premiando a su vez a sus cinco blogs preferidos.

Así que aquí os dejo mis recomendaciones (son seis porque no he podido decidirme por cinco, va uno de propina):

- "La noche de perfil", de Rebeca Álvarez Casal del Rey:
http://lanochedeperfil.blogspot.com.es/

- "Triste y caliente", de Berta García Faet:
http://tristeycaliente.blogspot.com.es/

Cuando intentéis acceder saldrá un mensaje para preveniros de su contenido. No sé qué ser desalmado e incorpóreo ha podido pedir la censura de ese blog, pero si os atrevéis a descerrajar el cinturón inquisitorial, os encontraréis con una pedazo de poeta.

- "Caracolas onduladas", de Mar Benegas:
http://caracolasonduladas.blogspot.com.es/

- "Bilisario", de Deborah Antón:
http://cuentagotas.wordpress.com/

- "Espacio personal de una escritora", de Loren Fernández:
http://lorenfernandez.blogspot.com.es/

- "La luz homicida", antes conocido como "Hablando en glíglico", de Natalia Ruiz Poveda:
http://nataliaruizpovedavera.blogspot.com.es/

Que los disfrutéis.




sábado, 1 de septiembre de 2012

Níspolas y serbas (Traición de un poema de D. H. Lawrence)






Te amo, podrida,
deliciosa podredumbre.

Amo succionarte de tus pieles
tan tostada y suave y untuosa
tan mórbida, como suelen decir los italianos.

Qué extraño, poderoso, nostálgico sabor
desprende tu caída en las etapas de la putrefacción:
una corriente dentro de una corriente.

Algo con gusto a moscatel de Siracusa
o un vulgar Marsala.

Aunque, pronto, incluso la palabra Marsala sonará preciosista
en el receloso Occidente.

¿Qué es?
¿Qué es, en la uva que se transforma en pasa,
en la níspola, en la serba,
pellejos de morbidez tostada,
excrementos de otoño;
qué es lo que recuerda a dioses blancos?

Dioses desnudos como pulpas de nuez emblanquecidas,
con la fragancia -extraña, medio siniestramente- de la carne,
como si poseyeran el sudor,
y empapadas de misterio.

Serbas, níspolas y coronas muertas.

Yo digo, gloriosas son las experiencias infernales,
órfico, delicado
Dioniso del Inframundo.

Un beso, y un espasmo de adiós, el orgasmo de ruptura de un momento,
y después el húmedo camino a solas, hasta la próxima curva.
Y ahí, un nuevo compañero, una nueva despedida, una nueva escisión,
un nuevo estertor de mayor aislamiento,
una nueva intoxicación de soledad, entre hojas secas, escarchadas.

Bajar los extraños caminos del infierno, cada vez más intensamente solo,
las fibras del corazón separándose una tras otra,
y, sin embargo, el alma que continúa, descalza, en su encarnación más real.

Como una llama cuyo soplo palidece
en una oscuridad cada vez más profunda,
nunca tan exquisita, destilada por la separación.

La esencia destilada del infierno
en los extraordinarios alambiques de níspolas y serbas.
El aroma exquisito de la despedida.
                              Jamque vale!
Orfeo, y los caminos del infierno, sinuosos, cubiertos de hojas, mudos.

Cada alma marchándose con su propio aislamiento,
la más extraña de todas las compañías extrañas,
y la mejor.

Níspolas, serbas
algo más que dulzura
flujos de otoño
succionados de vuestras vesículas vacías
y sorbidos, quizás, con un sorbo de Marsala
así la uva trepadora, caída del cielo, os añade su música,
órfico adiós, y adiós, y adiós
y el ego sum de Dioniso
el sono io de la embriaguez perfecta
intoxicación de soledad final.


 D. H. Lawrence (Medlars and Sorb-Apples, de Birds, Beasts and Flowers!)

domingo, 19 de agosto de 2012

Pavo real





Mamá ha metido espejos en el pavo.
Vomitaría, si estuviera vivo.
Muerto, calla y digiere. Fiel. Lascivo.
No, hija, si cae sangre, yo lo lavo.

El pájaro pasea su gran rabo.
Le gusta mirar lento como un divo.
Mientras cuelgo mi foto en el tiovivo
de reflejos fijados con un clavo

mordisquea la carne que me escuece
en la boca repleta de cereza
que al derramar el vino lo engrandece.

Su mano, entre la almohada y mi cabeza,
cuando duermo despacio se estremece.
No quiere que distinga la belleza.

viernes, 13 de julio de 2012

Memento mori

Sócrates amortiza la calidad de aduana de su polla.
(La polilla).
El estudiante,
boquitas tubulares de las moscas,
es difícil
succionar y pensar.

Sócrates
(la polilla)
diminutivo sueña mojarse las espaldas
y son sus granos de sebo que revientan.

El final de la noche es una copa de vino agusanado.
Llegan el albor y su triunfo: las extremidades sustraídas.
Se ve
desde cada noveno piso de una torre
a punto de caer.

jueves, 21 de junio de 2012

Verano

Ya es verano
porque ha caído un cuerpo en la piscina.
 
Flota bajo el calor de la canícula.

Una mujer actúa.
Hace de minutero, hace comedia.
Se tumba en la toalla que separa
su cuerpo de la tierra
y gira bajo el sol.
Una tercera mano le unta leche,
le unta aceite,
si aún es capaz de enrojecer.

El niño
aún no sabe nadar.
Camina sobre el agua
en el canal donde se reproduce la infección.
Las bacterias le forman un pulmón de socorrista,
neumónico y viril.

domingo, 3 de junio de 2012

Hotel



Robaré los zapatos de todas las puertas del hotel esta noche.

La dirección nunca quiso saber nada, la dirección nunca se hizo responsable: quemaré bajo mi cama los zapatos de todas las puertas del hotel esta noche.

Hoy la madrina y su codiciosa gimnasia de la higiene conocerán el grito de los huéspedes:

El jíbaro monta el mecanismo en la muñeca de siete años de estatura con trenzas reprensibles desde el lomo. Disfrutaba del pubis lento de Janet Leigh, vistió su última falda y dejó de sentir el aire entre las piernas.

Aprieta con su mano el extremo de la bolsa de aceite con el pez de la tienda de mascotas.

El zapatero remata con tierra las costuras de mi hermano: oyó el temblor y me lanzó sus días.

Estoy quemando todos los zapatos en la habitación donde como de pie, busco el rastro de una bomba, construyo fuertes y le lavo el pelo a las muñecas.

La enfermera extiende la colcha amarilla bajo la que duermo con mi madre frente al payaso con el dedo en la boca y los ojos cerrados por un aspa.

La madre y su gimnasia de codiciosa higiene exhiben el glaucoma ante los médicos: el sudor del agua presionada como lo son las formas infantiles y congénitas.

La historia clínica y los síntomas deben ser sugerentes: qué tal diecinueve años de miopía seguidos de cincuenta y cuatro de ceguera tras una inmersión en la piscina y el miedo a las flores para los muertos.

El lector de periódicos, sólo periódicos -es sordo-, habita de noche sin salir del cuarto y se acuesta cuando el suelo se hace más frecuente.

Su boca rellena de versículo termina en el estómago expandible hasta dos veces el tamaño regular de un esqueleto: suficiente celulosa para tener razón y una cerveza.

El pájaro de agua le mastica la carne y vuela peligrosamente sobre el aceite de la sartén; planea entre burbujas de propano y grasa y pellizca con el pico las que se adhieren a la suela.

El lector fija los ojos en el ave y le devuelve el guiso con el puño: demasiada sal, demasiado calor o demasiado tarde.

Para jugar, en el pasillo basta una escalera.

Sólo caza mayor en este hotel.